Ella está en Tuenti, usando el ordenador de él. Él quiere poner música, ella no le deja. Él intenta ponerla a la fuerza mediante el touchpad, pero ella lo impide moviendo el ratón. Quiere llevarle la contraria, están jugando como si fuesen niños de 5 años. Ella no para de reírse, provocándole, él se altera y le propina una colleja. Ella le responde de la misma manera, con lo que comienza una pequeña batalla. La batalla aumenta de nivel, ahora cada golpe es más fuerte. Ella le golpea más fuerte de lo que debería, pues sabe que su contrincante es más fuerte que ella. Se olvidan del amor que sienten el uno por el otro, los dos son muy orgullosos. El puño cerrado de él colisiona con fuerza diversas veces contra el muslo de ella, que está tumbada en la cama. A ella le duele, pero no piensa detenerse, y se defiende propinándole patadas al torso de él. El puño de él vuelve a colisionar contra el muslo de ella, pero esta vez se ha pasado. Ella le propina un último golpe, pero él no continúa....
Sin esperar su permiso, él se coloca encima de ella con violencia, mirándola a los ojos. Una sensación extraña fluye por el cuerpo de ella, que está sofocada debido a la batalla anterior. Automáticamente, sus bocas se fusionan con brusquedad, sus labios intentan atraparse mutuamente, sus lenguas intentan entrelazarse. Ella le desea y él la desea, el combate ha despertado en ellos la lujuria. Ella se coloca encima de él ferozmente, le quita el cinturón, y le baja la cremallera del pantalón. Él hace de sus manos el instrumento ideal para hurgar el cuerpo de ella, y le baja los pantalones. Ella le quita la camiseta a él y se quita su propia camiseta, que disfrute de las vistas. Por fin, él entra en ella. Ambos gozan, pues se dirigen perversas sonrisas, mientras se mueven como fieras. Una especie de calambre irresistible brota del interior de ella, sí, un picor placentero, algo indescriptible. Ahora le toca a él. Están más juntos que nunca, son un único alma, no hay nada entre ellos, y cuando él termine, seguirán estando de la misma manera. Es arriesgado, también es fascinante. Por lo menos, a mí me fascina.
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